Se trata de un fenómeno que se produce al formarse partículas de hielo suspendidas en la tropósfera, que refractan la luz que llega del sol. De ese modo se genera un espectro de colores similar al del arcoíris.
Los halos o antelias se suelen caracterizar por ser iridiscentes: por lo general hacia adentro tienden a tener colores rojizos mientras que hacia afuera cuentan con rojo, verde y azul claro o simplemente puede parecer un arcoíris.
Usualmente se ven en lugares fríos como Antártida, Alaska, Groenlandia, norte de Escandinavia, zonas boreales de Rusia y Canadá; aunque también pueden ocurrir en cualquier lado, en tanto se den las condiciones atmosféricas adecuadas.
Por ejemplo, en zonas templadas sucede cuando el aire atmosférico posee ligeras nubes cristalizadas por el frío (casi siempre nubes del tipo cirrus), según señalan los especialistas.
Ignacio Cristina, del Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) explicó que, aunque no parezca, se trata de un fenómeno muy común: “Es tan común como que salga el mismo sol. Por la forma en que se están combinando las masas de aire a lo largo de toda la atmósfera, se están generando un tipo de nubosidad que al superponerse con el sol genera una imagen como si estuviéramos mirándolo a través de un vidrio esmerilado”, detalló.
Según agregó, la particularidad de este tipo de nubes es que a medida que se ensanchan permiten observar el sol casi directamente sin necesidad de filtros adicionales. “El mismo fenómeno se suele dar a la noche, pero es tan común que uno casi no lo nota. Nuestras abuelas suelen decir que la luna se hizo con agua y se trata del mismo fenómeno que el de ayer, pero que se genera de noche”.
Fuente: APF Digital
Dejanos tu opinión sobre este tema