Hace -hoy- 25 años, en el salón de actos de la Biblioteca Nacional, nuestra entidad recibía de manos del entonces secretario de Cultura de la Nación, Sr. Pacho O´Donnell, la entrega del bibliomóvil.
Por aquel entonces, una experiencia inédita en el país que reunió a diez entidades de distintos puntos del territorio nacional y que en esa primera instancia tuvo como única protagonista de la región mesopotámica a nuestra biblioteca.
Producto de la consecución práctica y más ambiciosa de un proyecto que desde hacía varios años la entidad mantenía con las escuelas rurales mediante un sistema de “cajitas viajeras” que gracias a la buena voluntad de docentes y amigos -que iban y venían con ellas-, cumplía el objetivo de acercar libros a los alumnos de esos establecimientos educativos. Siempre, teniendo como eje vertebrador la potencia de una propuesta muy simple: prestar material de lectura con regularidad.
Con el bibliomóvil, dotado de equipamiento informático y audiovisual -de última generación por aquel entonces-, las visitas a los distintos puntos de la zona rural del departamento Colón (algunos, luego, parte del departamento San Salvador) eran todo un acontecimiento para sus pobladores y un gran desafío para la institución que se veía obligada a prestar el servicio semanalmente durante el tiempo mínimo de cinco años.
Y ello pudo lograrse, gracias a que el presidente municipal de la ciudad de San José, en ese momento el Sr. Beltrán Moreira, estuvo de acuerdo en que el municipio financiara el combustible, el seguro y el sueldo de un personal con el fin de que el proyecto no fracasase, asumiendo ese compromiso ante las autoridades nacionales, -un gesto que a la entidad le sirvió para fortalecer su accionar hasta lograr el reconocimiento como biblioteca de primera categoría-, siendo para destacar que todos los presidentes municipales que lo sucedieron -Aurelio Evequoz, Aldo Follonier, Eduardo Jourdán, Pablo Canali, Irma Monjo y Gustavo Bastián-, han sabido honrar esa decisión, apoyando este trabajo y respetando siempre la independencia institucional de la biblioteca.
Así entonces, La Clarita, Arroyo Barú, Parque Nacional El Palmar, Berduc, Juan Jorge, Pueblo Cazés y las colonias: Baylina, Hocker, Hambis, San Huberto, San Ernesto, Hugues y San Miguel fueron los lugares donde se establecieron puntos de asistencia regular, destacándose el caso de Ubajay que, a los pocos meses de contar con el servicio ambulante, reunió voluntades, sumó determinaciones y considerando que la lectura era importante para sus habitantes, decidió fundar su propia biblioteca.
Paralelamente, y en el transcurso de diez años, la biblioteca rodante visitó casi la totalidad de la provincia, invitada a participar de distintos eventos organizados por otras bibliotecas populares, direcciones municipales de cultura y por la Secretaría de Cultura de Entre Ríos.
También, se trasladó en dos oportunidades hasta la ciudad capital de Corrientes, con el fin de proyectar las experiencias recogidas y estructurar proyectos de lectura, convocado por la Federación de Bibliotecas de esa provincia.
Además, en 1996, nuestro bibliomóvil estuvo presente en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y su accionar fue expuesto en la sala Ricardo Rojas.
En 1997, la experiencia fue presentada en el Congreso Nacional de Bibliotecas que se realizó en San Martín de Los Andes (Neuquén), y su desarrollo se analizó también luego en los congresos realizados en las provincias de San Luis y Santa Fe.
Entre 1998 y 1999, conjuntamente con un equipo del Conicet encabezado por el arquitecto Dardo Arbide, se realizó un análisis de la historia oral de algunas colonias, resultando de ello una ponencia que fue presentada en el XI Congreso de Historia Oral que se realizó en Estambul (Turquía) en el año 2000 y que le valió a nuestra institución el primer reconocimiento de trascendencia internacional.
Pero el devenir político del país y una crisis económica hicieron que en 2000 y 2001, el apoyo al programa de expansión de la lectura popular se viese disminuido en el ámbito nacional y -a partir de entonces- la necesidad de innovación tecnológica fuertemente debilitada.
Así, el proyecto inicial poco a poco fue dejando de tener fortaleza y su base de trabajo se fue transformando en un servicio de difícil subsistencia.
En 2006, factores económicos vinculados con la compra de materiales de lectura, hicieron que la asistencia a las zonas rurales comenzase a disminuir paulatinamente, al tiempo que se comenzó a trabajar en el barrio El Brillante con prestación semanal y como parte operativa de un programa administrado por la Asociación Civil Impulsar, que financió durante casi tres años la compra de libros para asistir a los lectores residentes del lugar, en el marco de un proyecto que obtuvo resultados sorprendentes y con altísimos niveles de lectura.
Una vez culminado este proyecto, y luego de un tiempo de inactividad, el bibliomóvil poco a poco fue abandonando su accionar en la zona rural, dando paso a un servicio domiciliario local orientado a personas con dificultades para trasladarse, internos de centros asistenciales o que concurren a ellos.
Actualmente, mucho podría aventurarse respecto de todas las situaciones y experiencias vividas. De los objetivos cumplidos y de aquellos que no se pudieron concretar… de los apoyos (como el del videoclub Amadeus que prestaba sus películas sin costo alguno para que se pudiesen reproducir en las colonias, o de la Junta de Gobierno de San Ernesto que durante la crisis de 2001 y con el propósito de no quedar excluidos del servicio, aportó combustible para aliviar el esfuerzo del municipio sanjosesino).
Pero, así también, bastante podría decirse de la incapacidad que tuvimos nosotros en el momento de gestionar el apoyo del sector empresario al que no logramos interesar significativamente (en 25 años de trabajo, sólo conseguimos que durante seis meses el Banco de Entre Ríos donase una pequeña suma de dinero para la compra de libros y que la empresa Las Camelias aportara cuatro neumáticos…).
Aún así y al margen de todas esas situaciones -gratas e ingratas- que son una constante en la vida de las asociaciones culturales y del regusto amargo porque el proyecto inicial no se solidificó como lo pretendíamos en su origen, nos queda la amable imposibilidad de hacer referencia a nombres propios -más allá de los ya expuestos- sin caer en el seguro olvido de algunos, porque fueron tantos los colaboradores y amigos que se fueron sumando ocasionalmente con sus voluntades para viajar y realizar actividades (teatrales, musicales, educativas...) , que pretender hacer una lista completa y sin omisiones es una tarea que -para evitar cualquier vergüenza-, no nos atrevemos a emprender, pues para con todos ellos solo mantenemos la permanente obligación de nuestro agradecimiento.
Hoy, al cumplirse veinticinco años de aquel momento histórico para la vida de esta institución, el bibliomóvil descansa en un aislamiento forzado, luego de haber recorrido durante semanas las calles de la ciudad repartiendo libros en un marco de obligaciones sanitarias -al que sólo el ejercicio de la historia y el paso del tiempo, habrá de poder juzgar-, y a la espera de que su razón de ser vuelva pronto a tener algún sentido.
Biblioteca Popular General Urquiza.
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