No hay dudas que todo sistema es imperfecto. Y a partir de esta premisa es que debemos analizar el debate “Boleta Única Electrónica (BUE) vs. Boleta Papel”.
Por estos días en los que todo parece comenzar a definirse y en este sentido podemos estar ante el origen del método de sufragio que nos regirá (al menos en 2017), la discusión resulta por momentos tendenciosa y segmentada.
¿Cuáles son los intereses verdaderos de quienes apoyan uno u otro sistema? ¿Quiénes defienden los derechos Ciudadanos?
Nadie puede decir que el sistema papel que utilizamos actualmente, es perfecto. Tan solo recurriendo a ejemplos recientes de nuestra democracia, como Tucumán 2015. Allí el recuento de votos estuvo tan sospechado como enrarecido el clima de la jornada, y hacen al menos repasar el mejoramiento del sistema actual.
Por otro lado, a que agrupación política no le ha pasado que han tenido que recurrir de urgencia a reponer boletas, cuando algún votante le advertía al fiscal o al presidente de mesa, de manera tímida, que en el cuarto oscuro “no hay boletas de todos los partidos”, también dejando entrever que la que no estaba era la que quería votar.
Y ni hablemos del “enredo” (por llamarlo de alguna manera) que significaron las PASO 2015, tanto en el proceso previo, durante el día electoral y ni recordar el recuento de votos.
También, es importante recordar que a partir de la idea de incorporar en la elección 2015, el cargo de parlamentarios del Mercosur, en Entre Ríos, a dos días de la fecha límite de oficialización de boleta, debieron cambiarse las medidas de los cuerpos que contenían cargos provinciales, dado que si se mantenían las medidas originales, dichas boletas (por su tamaño) solo podían ser impresas en dos imprentas (ninguna de la provincia), con los costos que ello conllevaba y el impedimento práctico por los tiempos de realizarse. (Igual podría haber sido peor, en 2015 Entre Ríos no elegía Senadores Nacionales.)
Y por último (y no menos importante) analizando el contexto 2015, pocos conocen el peregrinar que los denominados “partidos chicos” debieron hacer para llegar exitosamente a la oficialización de las boletas y el costoso proceso de impresión, debiendo imprimir en algunos casos una cantidad de boletas equivalente hasta 4 veces el padrón para no sufrir un imprevisto de faltantes el día de la elección.
Un nuevo método de votación
A partir de todo lo vivido y en parte descripto anteriormente, es que surgen las propuestas de modificación de nuestro sistema electoral, que entre sus aristas, tiene el método de votación, que pasaría de boleta papel a la Boleta Única Electrónica.
Esto ha desencadenado discusiones serias y sinceras, pero también tendenciosas y orientadas a un interés particular partidario.
Quienes defienden la BUE, entre otras cosas apuestan a un método ágil, transparente, orientado a la libre elección del candidato por sobre las boletas completas, al voto cargo por cargo, hasta lo plantean como un beneficio ambiental por la menor utilización de papel (muy válido por cierto).
Quienes lo cuestionan y pregonan mantener el método actual, manifiestan que la B.U.E. no es segura, que sería violable el secreto del sufragio, inclusive hasta invitan a pensar que el voto puede ser cambiado a través de un software maliciosos que intervenga el chip que contiene la boleta.
El punto llega a cuestionar que países “avanzados” como Holanda, Austria y el más emblemático, Alemania, luego de implementado el método electrónico de votación, debieron volver al método tradicional por haber sido considerado inconstitucional.
Pero lo que no se dice es que se están comparando Peras con Manzanas, que lo propuesto en nuestro país, ya fue implementado en algunos distritos provinciales de manera exitosa, y que es un sistema electrónico con soporte papel.
¿Y el elector?
Si por algo surge la necesidad de reanalizar nuestro sistema de votación es por el “caos” generado por las elecciones del 2015. En las PASO hubo cuartos oscuros con mas de 25 boletas diferentes cada una de las cuales medía 1,10 metros. En las generales de octubre, si bien se redujo bastante esta cantidad, no fue menos conflictivo el recuento.
Pero lo que hace verdaderamente atendible el análisis de un nuevo método de votación, son las reiteradas versiones descriptas por la gente que “se dieron cuenta que votaron lo que no querían”, que llegaron al cuarto oscuro y que los nervios ante semejante contaminación de boletas los paralizó, etc.
Es incalculable los votos perdidos por los diferentes partidos o candidatos, producto de los nervios y la confusión de las personas ante un método de votación que puede ser acusado (siendo benévolo) de contaminación visual. Y es incalculable las personas que no pudieron plasmar su voluntad con el voto.
Además resulta cuanto menos injusto ver que la atracción por un candidato nacional o provincial tracciona la boleta completa al punto que deja a otros candidatos en desigualdad de condiciones. Pues en vez que los electores deban optar por candidatos al mismo cargo, muchas veces la publicidad o el “aparato” terminan haciendo que un candidato a intendente compita contra el arrastre que genera un candidato a Presidente o Gobernador.
Todos los días vemos nuevos avances tecnológicos que nos ayudan en nuestra vida a desempeñar las tareas cotidianas. Pagamos nuestras cuentas desde la PC. compramos por internet, ahora hasta podemos depositar cheques por una aplicación de celular, pero… los temores al fraude o a la piratería con la Boleta Única Electrónica nos paraliza y nos hace cuestionarla hasta el límite de olvidarnos que hace tan solo un año atrás padecíamos el peor de los ejemplos de enredos electorales.
Preguntas
Las empresas líderes mundiales en informática, contratan personas que se dedican a encontrar las imperfecciones de los software y a partir de ello mejorar su seguridad. En caso que la BUE sea como dicen vulnerable, ¿no somos capaces de actuar de la misma manera ante algo tan importante como el sistema que decidirá nuestras futuras autoridades?
¿Si el sistema actual (boleta papel) demostró imperfecciones y las mínimas experiencias de BUE en el país han sido exitosas, no son motivos válidos para intentar una mejora sustancial que abarque las demandas de la sociedad?
¿Es posible que la discusión se centre en el elector y no en los intereses mezquinos de los partidos, entendiendo que el método debe garantizar seguridad y a su vez facilidad para que cada ciudadano plasme con el voto su verdadera voluntad?
¿Puede ofrecerse como alternativa el gradualismo en la implementación?
El método de votación resulta medular, pero lo es también la transparencia en el financiamiento de las campañas partidarias, la igualdad de posibilidades de acceso para los partidos chicos, al igual que un “Sistema Electoral” completo, serio, predecible y sostenible… no manipulable de acuerdo a la coyuntura.
Senador Pablo Canali.
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